lunes, julio 06, 2009

XVI.

Cuando le dije a Linda que no habría ocasión de ponerme mi magnífico vestido, estaba completamente segura de ello. Pero me equivoqué.

Una semana después, Linda vino muy emocionada hablando de la ocasión perfecta para llevarlo.

- ¿La fiesta de la fruta?- le pregunté perpleja – No sabía que existiese una fiesta de la fruta.
- Bueno, se celebra anualmente. Somos los mayores productores de manzanas de la región.
- Ahh -
- Se escoge a una reina entre las adolescentes. De vez en cuanto tenemos alguna realmente bonita.
- De acuerdo. Pero aún así, me parece demasiado elegante.
- No digas tonterías. Estarás genial. Si te tranquiliza, prometo ir también elegante. Acapararemos todas las miradas – dijo dándome un pequeño codazo y sonriendo de oreja a oreja.
- Estás muy emocionada ¿no?
- Bueno, no tenemos muchas oportunidades de desmadrarnos por aquí ¿sabes?
- ¿Y cuándo es el evento?- pregunté.
- De aquí a dos semanas. Ya verás, te lo pasarás estupendamente.
- Si tu lo dices – dije con reticencia.
- ¡Ni que te fuéramos a torturar! – bromeó.
- Está bien – dije riéndome.
- Muy bien. Así me gusta – dijo levantándose de mi sofá prácticamente dando un brinco para abrazarme – Me tengo que ir, tengo que hablar con Caroline. Adiós.
- Adiós.


En cuanto llegué al trabajo al día siguiente, Caroline también me lo comentó y en pocos días ya había carteles en los escaparates de algunos establecimientos.

Era frecuente que grupos de chicas vinieran a tomar un heleado o un batido los fines de semana o por la tarde, y una semana antes de la festividad, sus parloteos eran frenéticos. El ambiente se llenaba de “¿has visto mi nuevo vestido?”, “¿te presentarás para reina?”, “¿quién te va acompañar?”, “¿crees que me besará?” “Será estupendo”, “cuento los días para que llegue”, “no pienso en otra cosa”. Y mientras los días se acercaban al sábado, más ganas tenía yo de que pasara de largo. Adolescentes y su idea del amor.

Sus revuelos, después de dos semanas, me daban dolor de cabeza. E incluso me dije que dejaría las aspirinas después de la fiesta, últimamente había tomado más que en toda mi vida, demasiadas según mi opinión.

La celebración sería en un salón propiedad de Marc Jensen, el único lugar lo suficientemente grande para albergar a tanta gente. En ocasiones, Marc lo alquilaba para banquetes de bodas cuando éstas eran familiares o no muy concurridas. Un grupo de músicos aficionados se encargarían de la música y la Señora Philips de la pastelería, y la Señora Anderson de la peluquería de la comida y de la bebida.



Bien, el día señalado llegó. Afortunadamente para mí, era día festivo y pude darme un relajante baño de espuma, me relajó tanto que casi me quedé dormida menos mal que alguien tocó el claxon en la calle.
Me tomé las cosas con calma, después de todo, tenía toda la tarde para arreglarme. Me metí en el vestido, me peiné y me maquillé. Cuando me miré al espejo pensé que me había pasado, parecía más que iba a una cena benéfica de 500€ el cubierto que una fiesta local en Red Hills, pero ni modo, no iba a desvestirme y volver a empezar de nuevo. Cogí mi bolso de mano y me dirigí al salón de Marc Jensen sola, en mi coche.

Linda hacía un rato que se había marchado para allá. Había venido a casa a ver si estaba lista para irnos juntas, pero al no estar yo preparada del todo en ese momento, le dije que se marchara sin mí.

El salón, no quedaba muy lejos, pero de ninguna manera iría andando vestida así.
Cuando entré por la puerta encontré con la vista a Caroline y a Linda. Me acerqué a ellas.

- ¡Estás estupenda! – dijo Caroline cuando estuve a su lado.
- Ya te lo dije – dijo Linda corroborándolo.
- Gracias. Vosotras tampoco estáis mal del todo – dije sonriéndoles.
- Si, pero definitivamente, no tan bien como tú. Cuando entramos no acaparamos tantas miradas.

No dije nada, me dediqué a echar un vistazo. Ví a Phil que tenía embrazos a Eve mientras bailaban. La pequeña no hacía otra cosa más que reír y sonreír. También vislumbré a Mike, mi jefe, engalanado con un traje bastante elegante, a Lion bailando con una bonita chica así como a mis compañeras, Denise, Carla y Tricia. Jimmy bailaba con una chica que se me hacía familiar. Finalmente, la ubiqué, era la cajera del supermercado que estaba coladita por él. Al parecer, sus esfuerzos habían tenido sus frutos.
Pocos segundos después la canción cesó y él saludó a alguien que se encontraba en la puerta, dejando a la pobre Rebeca tirada. Me giré para ver de quien se trataba. Era una chica unos cuantos años menor que él, de pelo castaños y ojos color miel. Iba ataviada con un bonito y sencillo vestido color verde que le sentaba de maravilla. Se saludaron con un beso en la mejilla y Jimmy la invitó a bailar.

Mientras bailaban pude observarlos mejor. Conversaban y reían. Los dos estaban fantásticos, ella con su vestido verde y él con sus vaqueros, chaqueta y camisa blanca.
Dejé de observarlos cuando Lion apareció de la nada adulándome. Era fiesta, y me dejé piropear e incluso bailé una canción con él. En cuanto la música cesó, me disculpé diciendo que tenía mucha sed. Afortunadamente, él quería bailar con otra mujer y no tuve que inventar más cosa. A pesar de todo me acerqué a la mesa de las bebidas, donde me encontré con Jimmy y con la chica con la que le había visto bailar antes.

- Hola – me saludó Jimmy.
- Hola –
- Estás muy guapa
- Gracias
- Déjame que te presente a Julie, mi hermana pequeña.
- Encantada de conocerte – dije dándole dos besos.
- Igualmente – contestó – Tenía ganas de conocerte, me han hablado mucho de ti.

Le sonreí y le dirigí una mirada significativa a Jimmy

- No es cierto – dijo justificándose.

Yo enarqué una de mis cejas. Decidí dejarlo pasar.

- ¿Se solucionó el problema de fontanería? – pregunté a Julie.
- ¡Oh! Si. Mi hermano es un manitas y yo soy tan torpe con esas cosas…

Le sonreí y les pedí disculpas para reunirme con Caroline y apartarme de aquella situación un tanto incómoda.

- Así que has conocido a Julie.
- Si. Es muy agradable.
- Pensaste que era su novia ¿no?
- No pensé nada – dije un poco a la defensiva – Sabía que tenía una hermana menor, pero no conocía su nombre.
- Admítelo, al menos pensaste que era su acompañante – dijo Caroline mordazmente.
- Pues no – dije ya un poco mosqueada – Realmente creía que su acompañante era Rebeca. Estaban bailando cuando llegué.
- ¿Rebeca? ¿La del supermercado?
- Si.

Caroline rió.

- Más quisiera la chica. Pero no. Jimmy no está interesado en ella. Él solo es amable con Rebeca. ¿A que no adivinas por quien está interesado? – dijo pasándoselo en grande.

Poco después la música cesó completamente y afortunadamente para mi no tuve que responder. Las candidatas a reina de la fiesta de la fruta subieron al improvisado y pequeño escenario con aspecto emocionado.
Tras las presentaciones, la propia alcaldesa anunció a la afortunada. La ganadora resultó ser una joven morena de ojos claros llamada Sara que cuando dijeron su nombre, irradió entusiasmo y felicidad por cada poro de su piel. Y cuando le pusieron la diadema sobre la cabeza sonrió extasiada y saludó efusivamente al resto de candidatas, que no estaban tan contentas de que hubiera ganado. No podía culparlas por ello.
Supe que Sara guardaría esa diadema el resto de su vida. No pude evitar sonreír mientras las observaba.
La música volvió a sonar y cuando fui a volverme, me encontré con Jimmy a mi lado.

- ¿Alguna vez ganaste uno de estos? – preguntó.
- ¿Yo? Que va – dije sonriendo ante la ironía.

Que poco me conocía. De pequeña no me había hecho sentir la más guapa del mundo precisamente. Había cambiado de casa cada poco tiempo y cuando crecía y pensé e hice cosas por mi misma, la frecuencia de cambio de casa aumentó. Con esa vida, ¿en que extraño mundo me hubiera presentado a un certamen de belleza o algo similar?

- ¿Bailas?- preguntó trayéndome a la realidad de nuevo.

Me dije, ¿por qué no?

- Encantada – le contesté. Él me sonrió ampliamente.

Después no me pareció tan buena idea, cuando m di cuento que estaba sonando una canción lenta. En su defensa he decir que no se pegó mucho a mí, pero lo suficiente para que me diera cuenta de lo bien que olía. Me dejé llevar por la música y comencé a recordar una de las primeras citas que tuve con Kyle.
Me llevó a cenara un restaurante muy caro y elegante de Middletown y después bailamos juntos música lenta. Me había sentido realmente bien entre sus brazos.
Y cuando me di cuenta y volví a la realidad, tenía la cabeza apoyada en el hombro de Jimmy y él me sujetaba muy cerca suya por la cintura. ¿Y ahora que hago? Me pregunté.

- Gracias por el baile, si me disculpas… - dije soltándome de su abrazo.

Él me miró confuso. Estaba claro que él se había tomado el baile como un acercamiento entre nosotros. ¿Pero qué le iba a decir? “Lo siento mucho, me dejé llevar pensando en mi exnovio mientras bailábamos “. No podía decirle eso. Me quité de en medio yendo al cuarto de baño y me pasé el resto de la noche escondiéndome de él lo máximo posible. Ojala fuera más valiente y le dejara todo claro.


No hay comentarios:

Publicar un comentario