Si alguna boda ha causado tanta
sensación en nuestro grupo de amigos, ha sido la de Javi y Atte. Habéis sido
los primeros en casaros y fue maravilloso veros tan felices.
Casi como los reportajes fotográficos de las bodas, tuvimos preboda y boda, y como somos más chulos que nadie, también tuvimos postboda. Es que somos la caña!!!
¿Qué destacamos de la preboda?
Pues dos días, el día de “los preparos” en Villanueva del Rosario y el día de
la Despedida de Solteros.
¿Quién no se acuerda de lo bien
que enrollamos las pashminas, y le pusimos con tanto amor y cariño el cordel y
la etiqueta? Tras un par de opciones estéticas, por supuesto. ¿Y lo blanquitas
que se quedaron las cajas para los regalitos de los invitados? ¿Y lo bien que
estaban cortados los marcos de Polaroid para el photocall? Es que nuestros
chicos son la mar de apañaos!!!
El día de la Despedida fue genial
y casi sorpresa, ¿verdad Atte? Lo importante que lo pasasteis estupendamente
con nosotros, el juego que tan amorosamente Pablo hizo y la pequeña Lai lai. Me
hubiera gustado ser más persona pero… las fechas no las elegía yo.
La boda fue fantástica y aunque
pasamos un poco de calor con toda la decoración, todo quedó listo a las seis.
Cuando bajé a la casita, Atte ya estaba maquillada y supermona con su batín.
Todas estábamos bastante tranquilas hasta que el fotógrafo dijo que tendríamos
que ir vistiéndonos para vestir a la novia antes de que llegara Javi. Cinco
mujeres ¡y solo había un baño! Afortunadamente encontramos un muy pequeño aseo ¿verdad
hermana? Nos cambiamos y gracias a los kilos de laca que llevábamos en el pelo
no tuvimos que recomponer nada.
Vestir a una novia no es tan
fácil como parece. Hay millones de cosas que abrochar mientras que el vestido
tiene que estar bien colocado, si no, que le pregunten a Marina y a Itahisa.
Nos perdimos ver a Atte salir de la casita en toda su gloria, pero los
invitados teníamos que estar arriba antes de la llegada de la novia.
Obviamente, todos buscamos un sitio a la sombra.
La ceremonia oficiada por Pablo
fue maravillosa y no sorprendió a nadie que no quedara un ojo seco en ningún
momento, yo incluida, por supuesto. A los novios se los vio felices,
emocionados y con lágrimas de alegría contagiando a toda la concurrencia. La ceremonia
dio paso a las fotos familiares de rigor con Atte haciendo señas con urgencia
para que le trajeran el ramo.
La cena fue estupenda. Los novios
leyeron sus agradecimientos y nuestra preciosa novia regaló el ramo a su madre.
Posteriormente, vinieron los regalos para los invitados, las maravillosas pashminas ya nombradas
anteriormente para las mujeres y los tarritos de mojo para los hombres. Antes
del baile, los fotógrafos pusieron un video de la preboda para los recién
casados y otra vez, todos nos emocionamos y proporcionó una de las imágenes más
bonitas de la boda, o al menos para mí, la de Atte viendo el video apoyando su
cabeza en el hombro de Javi.
La fiesta vino después, pero no
antes del primer baile de nuestros guapísimos novios como marido y mujer. Era hermoso
verlos bailando “Te quiero mucho” de Alba Molina y sonriéndose entre sí.
Después, todos nos lanzamos a la pista. Hubo muchas risas, calores, baile, canciones coreografiadas,
todos siguiendo a nuestro Pabliyo y muchísimas fotos del tio de Atten; se
escribió en el libro de firmas, se hicieron fotos en el photocall y plantamos
nuestra huella en el árbol de huellas.
Llegados a este punto, unos
estábamos más borrachines que otros, pero ¡qué diablos! ¡Era una boda! ¿Qué mejor momento para disfrutar?
Y con eso y un bizcocho, llegamos
a casa a las 8 para quitarnos las miles y miles de orquillas que llevábamos en
el pelo.
Nuestra postboda fue una cena en
el Soho en que debatimos en profundidad la boda, hicimos un ranking de los más
borrachos, nos contamos cosas de las que no nos habíamos enterado, nos reímos,
cotilleamos y hasta nos tomamos una copiya, novios incluidos, y así como así,
sin comerlo ni beberlo (aunque sí que lo hicimos), nos dieron las dos de la
madrugada.
Mil besos chicos. Os quiero.