lunes, mayo 25, 2009

XI.

Comencé a ver a Eve con regularidad y ella perdió su timidez conmigo. Phil la traía todos los días al café después del colegio a ver a Caroline. A veces se quedaba un rato. Era una niña estupenda. Le encantaba dibujar. Sus dibujos estaban llenos de colores vivos. Aún no acababa de aprender a leer pero le encantaban los cuentos. Caroline le contaba uno todos las noches. En algunas ocasiones, yo estaba presente. Normalmente parecía que se dormía en mitad del cuento, pero cuando Caroline dejaba de leer, abría sus ojillos y le pedía a su madre que siguiese con el cuento. A veces, cuando se quedaba un rato los leía ella misma, aunque finalmente se rendía, lo dejaba y observaba los dibujos.

Su cumpleaños se acercaba. Estaba emocionadísima. No podía esperar para tener una fiesta con todos sus amiguitos del colegio y por supuesto, no podía esperar a los regalos.
Caroline iba a hacer una barbacoa en su casa. Me pareció genial, así los niños podrían jugar en el jardín. Me ofrecí a ayudarla y por supuesto, me invitó y acogió mi ofrecimiento de buen grado.
En el primer día que Caroline y yo tuvimos libre quedamos para comprar algunas cosas para el cumpleaños de Eve. Volvimos cargadas de platos, cucharas y vasos de plástico, globos y farolillos de papel. Los niños tomarían perritos calientes y refrescos. Caroline compró también unas pequeñas tarjetas de invitación. En la portada, tenían un conejito blanco sentado sobre la hierba comiendo una zanahoria y sobre él, en el cielo una frase ponía decía: “Te invito a mi cumpleaños”. Al abrirlas, había tres huecos para poner el día, la hora y el lugar.
Después de soltar todas las bolsas en casa de Caroline fuimos a ver a la Señora Philips y le encargamos un apetitoso pastel de cumpleaños de chocolate para Eve.


La barbacoa fue un domingo, así que no tuvimos que pedir el día libre en el trabajo. Llegué dos horas antes, vestidas con un bonito vestido color blanco, esperaba no marcharme. Caroline me abrió la puerta y me aduló, pero terminó pronto porque necesitaba mi ayuda en el patio trasero. Mientras ella terminaba de poner los farolillos, yo saqué de los envoltorios, cucharillas, platos y vasos. Ella había preparado la mesa. Dispuse los vasos a intervalos regulares.

El primer amiguito de Eve llegó media hora antes de lo previsto, pero entonces ya estaba allí Phil y Linda, por lo que todo estaba listo. Caroline estaba terminando de vestir a Eve.
En cuanto el timbre sonó, Eve salió disparada hacia la puerta. Estaba preciosa con su vestido azul. Caroline corrió tras ella y antes de que yo abriera la puerta terminó de ponerle el lazo celeste en el pelo. En cuanto la madre declinó la invitación de Caroline de quedarse, Kevin e Eve se fueron a jugar. A partir de ese momento, cada pocos minutos volvía a sonar el timbre, Caroline, Linda y yo nos turnamos para abrir la puerta. Phil se hizo cargo de la barbacoa. Le ofrecí varias veces mi ayuda pero me dijo que lo tenía controlado. Cuando ya creí que no faltaba nadie, el timbre sonó de nuevo. Linda fue a abrir.

Jimmy se presentó con un oso de peluche para Eve. Ella se lo agradeció y le dio un abrazo. El osito le encantó, pero rápidamente volvió con sus amiguitos. Los niños corrían por doquier, Caroline, Linda y yo íbamos de un lado para otro sacando cosas de la cocina y Phil continuaba haciendo perritos calientes.
Tres horas después el timbre volvió a sonar. Era el payaso que había contratado Caroline. Gracias a él, los niños dejaron de corretear, tirar vasos de refresco y empujar. Durante un rato los adultos tuvimos algo de tranquilidad. A parte de Jimmy, Phil, Linda, Caroline y yo, solo dos padres se habían quedado.

Los niños se sentaron en el césped y observaron el espectáculo del payaso entre risas. Yo también miraba y reía. Giré ligeramente la cabeza y allí estaba Jimmy, mirándome intensamente. Me sentí incómoda, le sonreí y centré mi atención en el payaso. Pocos minutos después, me sobresaltó, de repente, estaba a mi lado y me saludaba.

- Una fiesta estupenda ¿no crees? – le pregunté.
- Si. No dejan de reír.
- Es cierto. Es un alivio que estén quietecitos durante un rato.
- ¿Os han dado mucha la guerra?
- Más o menos, pero es agradable, aunque cuando todos corretean de aquí para allá… controlarlos no es muy fácil si se desmadra el asunto.

Jimmy rió abiertamente.

- Si, tu ríete. A ver que hacías tú con todos ellos
- El truco está en entretenerlos
- Ya, es más fácil decirlo que hacerlo.

El payaso terminó su función y los niños tenían hambre, suerte que Phil había seguido cocinando. Mientras él repartía perritos calientes entre los niños, Linda y yo llenábamos vasos de refrescos. Después volvieron a jugar un poco más.
Media hora más tarde, Caroline creyó oportuno sacar el pastel. Tenía forma octogonal y encima ponía “Feliz Cumpleaños Eve” con chocolate blanco. Eve apagó todas las velas de una vez. Estaba emocionada. Sabía que después, venían los regalos. No hubo ninguno que no le gustara.
Le regalé una pequeña pulsera cuyos eslabones eran mariquitas y un cuento con muchas ilustraciones.

- ¡Me encanta! – dijo cuando vio la pulsera – Mira mamá- dijo girándose hacia ella

Eve volvió a mi para desenvolver el segundo regalo.

- ¡Un cuento!
- ¿Te gusta? – le pregunté.
- Siiiii – respondió entusiasmada.

Se abrazó ami y yo le di un beso en la mejilla

- ¿Qué ser dice Eve? – intervino Caroline.
- Gracias tía Katie – dijo con su vocecilla.

En ese momento me sentí orgullosa. En realidad yo ya la consideraba como mi sonrisa y la mimaba en exceso. Fui hija única así que no tengo hermanas o hermanos que me hagan tía. Yo realmente disfrutaba con Eve cuando Caroline me pedía que la cuidara y la quería como si fuera de mi familia.

Comenzó a hacerse de noche y los padres de los niños empezaron a venir a recogerlos. Era curioso como las madres prestaban atención a las manchas de sus hijos y se veían fastidiadas, probablemente pensaban que después tendrían que sacarlas a mano; por otro lado, los padres parecían no darse cuenta a pesar de que en algunos casos, las manchas de sus hijos eran más que evidentes a simple vista. El ruido se redujo progresivamente a medida que se fueron marchando. Me resultó muy relajante.
Cuando todos los niños y sus padres se hubieron ido el jardín posterior de Caroline daba pena verlo; había vasos, platos y cubiertos de plástico en el césped así como restos de tarta y perritos calientes y envoltorios de regalos. Ofrecía a Caroline mi ayuda para limpiar pero me aseguró que podría hacerlo ella sola con la ayuda de Phil; además, sugirió que Jimmy me llevara a casa. Desee haberme ido antes con Linda. Ciertamente, había venido andando y no tenía mi coche, pero mi casa no estaba muy lejos, caminaría.

Cuando le estab diciendo a Caroline que no era necesario y que me iría a pie a casa, Jimmy apareció a mi lado diciendo que por supuesto me llevaría a casa. Lo dijo con tal determinación que no le pude decir que no. Fuimos a despedirnos de Eve y nos montamos en su camioneta. Nada más sentarme, todo el cansancio cayó sobre mí. Apoyé mi codo sobre la ventanilla y me sujeté la cabeza.

- ¿Cansada? – preguntó mi chofer mirándome de reojo sin apartar a penas la vista de la carretera.
- No sabes cuanto.
- Los niños son agotadores ¿eh?
- Me lo pensaré antes de tenerlos- dije con una sonrisa.
- No creo posible que tengas tantos.
- Si. No me daría tiempo ¿verdad?

Él sonrió y volvió la vista a la carretera. Pocos segundos después llegamos a casa, apagó las luces y me acompañó hasta las escaleras. Tal vez tenía intención de acompañarme hasta la puerta pero creí más prudente despedirme al pie de las escaleras.

- Buenas noches – dije deteniéndome y encarándole.

Él pareció algo sorprendido pero no hizo ningún comentario al respecto. De echo parecía estar pensando en algo.

- Te has encariñado con Eve ¿verdad? – me preguntó.
- Si. Mucho. Es tan linda. Si tuviera una hija me gustaría que fuera como ella.
- Si. Es una niña estupenda.

Después de ese intercambio de palabras permaneció en silencio. De hecho parecía estar pensando en algo y yo me estaba impacientando. Estaba cansada, pero tener paciencia hasta que hablara me parecía lo más conveniente. Y cuando me di cuenta, su cara estaba muy cerca de la mía y me besaba. Me gustaría decir que no le devolví el beso, pero durantes unos segundos me dejé llevar, sus labios eran tiernos y suaves. Cuando empezó a besarme con mayor insistencia, volví a mi misma y me aparté. Aquello no estaba bien. Yo no quería a nadie en mi vida y Kyle aún estaba en mis pensamientos todos los días.
Mi expresión debió decirle algo porque me miró algo confuso. Yo no sabía qué decirle para arreglar aquello, así que me limité a despedirme.

- Buenas noches – repetí
- Buenas noches – me contestó.

Yo simplemente me di la vuelta, subí las escaleras y abrí lo más rápidamente que pude la puerta cerrándola tras de mi. Me apoyé en ella. Pocos segundos después lo oí alejarse en su camioneta.
¿Pero que había pasado? ¿Cómo no preví que iba a besarme? Debería haberlo sabido pero estaba tan cansada. Y había estado mal que no lo hubiera parado desde el principio. Bueno, mejor tarde que nunca, pero por ello, tendría algunos problemas. Tenía que dejarle ver a Jimmy que no estaba interesada en tener una relación.
No pude evitar pensar en Kyle. ¿Qué estaría haciendo? ¿Me habría perdonado ya? ¿Sería feliz? Las mismas preguntas de siempre sin respuesta. Me fui a la cama, estaba agotada del cansancio acumulando de aquel largo día.