lunes, abril 27, 2009

VII.

Volví a la cafetería dos días después. Eché un vistazo al interior de local y me senté en la misma mesa. Me quedé absorta mirando hacia la ventana pero sin ver realmente el traqueteo rutinario del pueblo tan manifiesto en la calle. Volví a la realidad cuando la camarera me preguntó que quería tomar.

- Una café – dije.
- Me alegro de verte de vuelta por aquí – dijo mientras apuntaba mi pedido en su libreta.
- Gracias
- Por cierto me llamo Caroline, Caroline Oaks – dijo tendiéndome la mano.
- Katie North – contesté tomándole de la mano – Encantada.
- Mucho gusto ¿Quieres algo más?
- Umm si. Un trozo de tarta de frambuesa.
- Marchando – dijo volviéndose. El giro hizo ondear su pelo mientras sus rizos se alisaron momentáneamente para volver a encogerse.

Mientras esperaba, observé detenidamente el local. En este pueblo todo era muy tranquilo. Además de Caroline, había otra camarera trabajando, además del cocinero y su ayudante. Fue entonces cuando vi el cartel sobre la barra. No era lo suficientemente grande para que llamara la atención a no ser que miraras detenidamente.

Se necesita camarera

No tenía ningún lugar al que ir y nadie me esperaba y el pueblo era agradable. La idea de quedarme en Red Hills por un tiempo afloró tan inesperadamente que después de pensármelo realmente poco decidí que era justamente lo que necesitaba. Cuando Caroline volvió e lo comenté.

- ¿Necesitáis ayuda?- le pregunté señalando el cartel.
- ¡Oh! Si. Tracy se fue hace una semana y desde entonces trabajar ha sido estresante. Denise, Carla y yo aunque lo intentamos no Samos abasto. Trabajar todo el día es agotador. ¿Estás interesada?
- Si. He decidido quedarme un tiempo por aquí.
- ¡Genial! Nos serás de mucha ayuda. Tendrás que volver esta noche. Mike ha salido a hacer unos recados. Él es el dueño.
- Muy bien
- Disfruta tu tarta.

Estuve un rato más en el restaurante y pagué.

- Te veré esta noche – me dijo Caroline antes de irme.

Al anochecer volví. Caroline me recibió tan sonriente como todas las demás ocasiones en las que la había visto y me presentó a Mike.
- ¡Hola! Soy Mike O´Neall
- Katie North. Encantada.
- Acompáñame a mi despacho.

Lo seguí a través de un corto pasillo. El despacho era pequeño y estaba ocupado en su mayoría por una mesa demasiado grande para el tamaño de la habitación. El mobiliario se completaba con un par de sillas y unos archivadores.

Mike resultó ser un hombre agradable. Era alto y bastante delgado. Tenía el pelo y los ojos oscuros, rondaría los cuarenta años. Caroline no me había mentido. Necesitaban tan desesperadamente otra camarera que ni siquiera le importó que no tuviera demasiada experiencia. No me pidió referencias tampoco. Di gracias por ello. De hacer sido necesario, le hubiera proporcionado un para de números de teléfono de dos lugares en los que había trabajado como camarera con anterioridad, pero para mi, fue mejor que no las pidiera. No había huido de esos lugares, pero era mejor no remover el pasado y evitar conversaciones incómodas. Tendría un sueldo base más las propinas. Los turnos se alternaban para no trabajar dos turnos seguidos. No habría un horario fijo. Quedamos en que comenzaría al día siguiente.

Cuando salí del despacho hacia la salida me encontré de frente con Caroline.

- Te veré mañana – le dije con un sonrisa.
- Hasta mañana – contestó.