PROLOGO
En una noche oscura y fría, un corazón palpitaba frenéticamente. Pertenecía a Sarah Evans, una chica de veinte años que había escapado de casa a los dieciocho. Trabajaba de camarera y soñaba con ser propietaria de su propia cafetería, pero nada de eso importaba al ser que la sostenía contra la pared y cuya ávida boca paladeaba su preciosa sangre. La vida se le escapaba poco a poco y aunque ya no sentía dolor alguno, lamentaba no poder ver una vez más a su madre. A pesar de que nunca habían estado de acuerdo en nada, desde que se marchó de casa, contra todo pronóstico, siempre la había extrañado.
En una noche oscura y fría, un corazón palpitaba frenéticamente. Pertenecía a Sarah Evans, una chica de veinte años que había escapado de casa a los dieciocho. Trabajaba de camarera y soñaba con ser propietaria de su propia cafetería, pero nada de eso importaba al ser que la sostenía contra la pared y cuya ávida boca paladeaba su preciosa sangre. La vida se le escapaba poco a poco y aunque ya no sentía dolor alguno, lamentaba no poder ver una vez más a su madre. A pesar de que nunca habían estado de acuerdo en nada, desde que se marchó de casa, contra todo pronóstico, siempre la había extrañado.
El extraño que la sujetaba se
apartó de su cuello y la miró con unos ojos negros como la noche.
Fue lo último
que vio. Sarah estaba muerta. Y era lamentable que hubiese por el sitio equivocado en le momento equivocado.
CAPITULO 1
Max Patterson caminaba por las
calles como cualquier otra noche en la ciudad. Pero a diferencia de todos ni se
encontraba acompañado ni se dirigía a ninguno de los bares y discotecas
repartidos por todo el suburbio. A
primera vista solo era un paseante más de vuelta a casa con un oscuro abrigo
largo. Sin embargo, en él, el dicho de no todo es lo que parece cobraba
verdadero significado. Bajo ese abrigo, escondía diversos cuchillos y armas de fuego; y si te fijabas
bien, su cuerpo estaba ligeramente tenso y su mirada muy alerta a su alrededor.
Si le preguntaran, en unos instantes podría describir a cada una de las
personas con las que se había cruzado desde que había entrado en esa calle.
Pero los transeúntes eran inofensivos. Su atención estaba puesta en los
rincones oscuros o poco iluminados donde se escondían los monstruos.
Mientras continuaba su ronda
escuchó un ruido no identificable en un callejón. Caminó lentamente observando
todo, la basura repartida por el suelo, los edificios y las ventanas que le
rodeaba e incluso una desvencijada escalera de incendios que ya nunca serviría
para nada. El ruido procedía de detrás de un desgastado contenedor de basura.
Un gato removía entre los desechos. Nada importante. Cuando se dio la vuelta
captó algo con su visión periférica. Se aproximó. Era un cuerpo, apartó un poco
de basura, el cadáver era de una chica joven con uniforme de camarera. Su
cuerpo estaba frío e intacto excepto por
las dos punciones de su cuello y la sangre ya seca que había corrido hasta la
base de su cuello. Llevaba varias horas muerta, por lo tanto, su muerte se
produjo en las primeras horas de la noche.
Max saco su teléfono y realizó
una llamada. Su interlocutor no tardó en contestar, nunca lo hacía.
- Dime.
- He encontrado el cadáver de una
chica joven en un callejón.