miércoles, febrero 25, 2009

IV.

A la mañana siguiente, fui a ver a mi casero, Alfred. Un hombre simpático y bonachón que se había portado muy bien conmigo. Era viudo y en cierto modo era la hija que nunca tuvo. Se preocupaba por mí mucho más que un simple amigo. Era muy agradable visitarle siempre me ofrecía un té con pastas. Aunque no sabía mucho de mí me daba la impresión que a veces leía en mi rostro lo que no le decia. Era fácil conversar él y estar en su compañía. Su cara se entristeció cuando le dije que me marchaba. Intentó convencerme de que me quedara, pero no cambié de opinión.

- Aquí tienes – dije tendiéndole un sobre.
- ¿Qué es?- preguntó confuso.
- Lo que me faltaba pagarte del alquiler.
- No seas tonta – contestó- Quédatelo. Te hará falta allá donde vayas – dijo devolviéndomelo.
- Gracias- .En mi interior ya algo me había dicho que no lo aceptaría pero tenía que intentarlo.
- Si hay algo más que pueda hacer por ti Katie, sólo dímelo.
- Bueno hay algo.
- Lo que quieras.
- Aún no se donde voy. No me puedo llevar todas mis cosas ¿Podrías guardármelas? Solo son unas cuantas cajas. Cuando esté instalada te llamaré para que me las envíes.
- Por supuesto. Déjalas en el apartamento, haré que alguien las recoja y me las traiga.
- Está bien
- ¿Cuándo te vas?
- Dentro de unos días.
- ¿Volverás para despedirte?
- No lo creo.
- En ese caso, espero que te vaya bien. Cuídate mucho. Y suerte.
- Lo haré. Gracias. – dije abrazándole

Cuando abandoné la casa de Alfred me dirigí a la mía. Comencé a llenar las cajas que había comprado esa misma mañana. En ese momento agradecía que el apartamento no fuera mío ya que en caso de que lo fuera su venta o alquiler me retrasaría y tendría más problemas para abandonar la ciudad. Dado que era alquilado y ya venía amueblado no había tanto que recoger aunque más de lo que suponía. Llené cuatro cajas completas. Me llevó todo lo que quedaba de mañana y parte de la tarde. Cuando terminé estaba exhausta, comí algo rápido y me fui a la cama, donde me dormí casi al instante.

Un día más tarde, cogí mi maleta con las cosas más necesarias, subí al coche y me lancé a la carretera sin saber bien a donde iba.