viernes, agosto 21, 2009

XIX

Al principio, yo no pensaba ir, pero en el transcurro de los últimos días había escuchado tantas versiones de cada uno de los aspectos del nuevo puente, que cuando Alfred me dijo que se marchaba a la reunión, decidí acompañarlo.

Entramos cogidos del brazo como buen padre e hija. Y de haber podido escoger, me hubiera gustado que mi padre fuera como Alfred. Comenzamos a saludar.

El salón del ayuntamiento estaba muy concurrido. Los habitantes de Red Hills charlaban mientras esperaba a que diese inicio la reunión por la cual estaba allí. Me reuní con Linda y Caroline en las últimas filas de sillas del salón. Eve correteaba por el lugar con otro niño de su misma edad.

- Pensé que no ibas a venir – preguntó Linda.
- Ya, eso pensaba yo también. Pero de tanto oír hablar del asunto, me picó a curiosidad – dije sonriendo.

No tuvimos ocasión de continuar nuestra conversación. La alcaldesa y los concejales hicieron acto de presencia y la gente, incluidas nosotras, comenzó a sentarse, pero no de hablar. La señora Bloom, la alcaldesa, que también era la recepcionista del Dr. Marsh tuvo que pedir silencio a través del micrófono instalado frente a ella sobre la mesa. Los murmullos se fueron apagando poco a poco hasta extinguirse.

- Os doy la bienvenida – dijo – a esta reunión. Como sabéis he vivido aquí, en Red Hills, durante toda mi vida – comenzó el discurso – Adoro este pueblo tanto como vosotros y todos coincidimos durante una asamblea la de necesidad de que Red Hills estuviera bien comunicado. Llevé a cabo diversas gestiones y puedo deciros que nuestro sueño se verá cumplido con la construcción de un nuevo puente – se interrumpió debido a los aplausos – Sin más demora- continuó os dejo con el arquitecto responsable del proyecto.

Y dijo su nombre, pero en es momento el micrófono falló y los únicos que se enteraron fueron los de la primera fila. Entonces, un hombre delgado y de pelo color marrón se levantó de su asiento de la primera fila y se colocó en el atril que estaba localizado a la derecha de la mesa donde se hallaban la alcaldesa y los concejales, pudiendo de esta forma, verle sus ojos azul claro.

Tuve unos segundos de incredulidad y después, mi cuerpo se tensó de un ramalazo. Vi de reojo a Linda, que estaba sentada a mi lado volverse hacia mí y mirarme confusa. Yo no podía decirle nada. Solo podía pensar ¿por qué a mí? ¿ por qué me tiene que pasar esto a mí? No podía haberse ido definitivamente. ¿Mi historia con él nunca llegaría a su fin? ¿Siempre volvería para aterrarme?
Linda miró a Caroline y ésta le indicó con un gesto de su mano que después le contaría.
Mientras tanto, los aplausos había cesado y el arquitecto estaba presentándose.

- Buenas tardes – saludó – Me llamo Kyle Swanson y soy tal y como a dicho la señora Bloom, el arquitecto responsable de este proyecto.

A partir de ese momento, ya no escuché nada más. Me sumí en mis pensamientos, cosa no muy buena la mayoría de las veces, al menos, a lo que mi experiencia respecta. Me enfadé. ¿Por qué tenía que aparecer allá donde yo estuviera? ¿Cómo podía estar ahí? ¡Si se había ido! Pero estaba de vuelta. ¿Cómo puede ser? De todos los pueblos del país, ¿por qué Kye tenía que diseñar un puente para el pueblo en el que yo estaba viviendo? No era justo. Yo solo quería vivir tranquila y aquel hombre me lo impedía. Bueno, está bien, me dije a mi misma, está aquí pero eso no quiere decir que tengas que hablar con él. Solo espera a que haga su presentación, luego él se irá y no lo volverás a ver nunca más. Pero después de lo de aquella tarde ¿como podía estar segura de que sería así? Me respondía mi misma. No podía estar segura.

Después de todo, pedir un poco de suerte, era pedir demasiado. La señora Bloom me enfiló y no me pude zafar. Me preguntó por el trabajo y por Alfred. Intenté contestar a todas sus preguntas sin que fuera obvio las ganas que tenía de irme de allí. Le estaba diciendo que tenía que irme cuando alguien no interrumpió.

- Disculpen – dijo- Señora Bloom, sólo quería despedirme. Debo volver a Middletown y …-. No pudo continuar, había reparado en mí y yo solo estaba allí, de pie, junto a ambos. Al percatarse de cómo me miraba, la alcaldesa me dedicó una sonrisa coqueta.
- ¡Oh! Permítame presentarles. Kyle Swanson, Katie North – dijo sonriendo ampliamente.
- Encantada- dije apresuradamente – Lo siento Susan, pero me tengo que marchar. Dale recuerdos a Bill.

Me volví y me dispuse a buscar a Alfred. Esperaba encontrarle pronto. Pero eso era también demasiado pedir. Mientras transitaba entre la gente, alguien me cogió del brazo y me giré para ver de quién se trataba. Y allí estaba él, con su traje de chaqueta color marrón y sus ojos azul cielo. –Ven – me dijo. Me llevó a un rincón.

- ¿Qué quieres? – le interpelé. Si había que hablar, mejor que la conversación terminara cuanto antes.
- Para empezar un hola no estaría mal – me dijo desafiante. Le di varios segundos.
- Hola – le dije toscamente.
- Desapareciste.
- ¡Por favor! ¡Tú no querías que me quedara! – dije indignada.
- No es verdad. Yo…
- Si que lo es – le interrumpí- Lo ví en tus ojos.

Él no dijo nada, simplemente me miró con fijeza. Sinceramente no sabía lo que estaba viendo en mis ojos o lo que esperaba oír. Peor no quería pasar ni un minuto más junto él.

- Si me disculpas – dije volviéndome.
- Espera- dijo agarrándome del brazo.
- ¡Suéltame Kyle! – le dije furiosa.
- No. No te irás sin hablar conmigo – dijo aumentando la fuerza de su agarre en torno a mi brazo. Me estaba haciendo daño.

Nos miramos con furia fijamente.

- Katie – dijo una voz - ¿Te está molestando?

Me sentí momentáneamente aliviada.

- No – dije mirando aún a Kyle – Yo ya me marchaba.

Kyle me soltó. Me giré y miré a Jimmy. –Gracias- le dije comenzando a caminar hacia la salida. Jimmy me siguió.

- Espera –me dijo cuando salimos por la puerta – Quiero hablar contigo.

Joder, pensé. Tierra, trágame, pero obviamente no pasó. Afortunadamente mi mala suerte no podía durar eternamente. Y sentí un alivio enorme cuando vi a Alfred allí fuera con sus vaqueros y su camisa verde apoyado sobre su coche.

- En otra ocasión Jimmy – le dije yendo hasta Alfred- ¿Estás listo? –le pregunté.
- Por supuesto princesa – dijo abriéndome la puerta.
- Pero…-dijo Jimmy.
- En otra ocasión. Lo prometo. E intenté sonreírle.

Me subí al coche y Alfred arrancó.
¿Y ahora qué? Kyle era el arquitecto a cargo, tendría que venir cada pocas semanas para supervisar como iba la construcción del puente. Se me pasó por la cabeza la idea de mudarme nuevamente, pero ¿dónde tendría tanta suerte como en Red Hills? Me encantaba aquel pueblo y sus habitantes. No quería irme, así que lo deseché. Peri aquella decisión no me solucionaba nada. Y luego estaba Jimmy. ¿Por qué yo no podía afrontar los problemas de uno en uno? ¿por qué los dos tenía que ponerse de acuerdo para elegir el mismo momento? Le odie por ello. Aunque bien sabía que no era cierto. No odiaba a ninguno de los dos.
En ese momento desee ser más fea, así, no hubiera conquistado a Kyle y no hubiera interesado a Jimmy. Grité de frustración.
Alfred, a mi lado, se sobresaltó. Acabábamos de llegar a casa.

- ¿Estás bien? – me preguntó con preocupación

Intenté sonreírle.

- Sólo necesito estar sola. No me esperes despierto – dije dándole un beso en la mejilla.

Me alejé sin rumbo fijo. Sólo quería pasear.