sábado, noviembre 14, 2009

XXII.

Cuando cerré la puerta tras de mí, suspiré aliviada. Había dejado el mundo afuera. Un baño de espuma era lo que necesitaba. Pocos minutos después, me encontraba rodeada de espuma, el agua caliente relajaba mis músculos y una copa de vino se encontraba en la pequeña repisa junto a la bañera.

Cerré los ojos. Era genial. No había nada que pudiera mejorarlo, excepto tal vez, un fuerte cuerpo masculino acariciándome, Abrazándome.

Dejé vagar mi mente y rápidamente me sentí excitada. Podía notar unos brazos a mi alrededor y perezosas caricias sobre mi cuello, espalda y costados, que después, más tarde, recorrieron mi vientre y mis senos. Las sensaciones eran maravillosas. Gemi. Y cuando estaba completamente en mi propio mundo, alguien tocó el timbre.

Abrí los ojos de repente. Había sido mi mejor fantasía en mucho tiempo.


Volvieron a llamar. Me levanté, salí de la bañera y me envolví en una esponjosa toalla color verde. Mientras me dirigía a abrir la puerta me enfadé un poco ¿Quién sería? ¿Quién se atrevía a interrumpir mi baño? Fuera quien fuese, pensaba echarlo.

Pero cuando abrí la puerta me quedé paralizada.


- Hola Katie- dijo Jimmy – Quería…


No acabó. Se acababa de dar cuenta de que solo me cubría una toalla.

Me miró de arriba abajo. Sus ojos reflejaron deseo.


- ¿Qué quieres? – le pregunté bruscamente.

- Hablar contigo – dijo centrando su atención en mi cara.


Le miré fijamente.

Tal vez, después de todo, debería hablar con él. En los últimos días el origen de todos mis problemas había sido no hablar con ni con Kyle ni con Jimmy. Si le contaba lo que quería saber, quizás, encontraría un poco de tranquilidad.

- Está bien – dije tras unos segundos- Pasa y ponte cómodo. Yo iré a vestirme.

- De acuerdo.

Cuando llegué a mi dormitorio, me puse rápidamente ropa interior, unos vaqueros y una camiseta.

Volvía al salón. Jimmy estaba sentado sobre el sofá, observando lentamente la habitación. Me senté junto a él.


- ¿Y bien?- le pregunté.

- Primero, quiero disculparme. No debí meterme en tus asuntos.

- Cierto – convine.

- Pero no me arrepiento – dijo para mi sorpresa – Ningún hombre debería hacer daño a una mujer. Hay que protegerla y defenderla.

- Y ¿por qué me defendiste?

- ¿No lo sabes?

- Se que te gusto, pero no sabes nada de mi Jimmy.

- Porque no has querido compartirlo conmigo.

- Es cierto. Te voy a ser franca, supongo que te lo debo. Cuando llegué aquí, no quería ningún hambre en mi vida y no he cambiado de parecer.

- Y ¿qué pasa con el arquitecto?

- Bueno, podría decirse que tenemos un desacuerdo.

- Parece algo más.

- Lo es, pero no me puedes proteger de Kyle. Tiene buenas razonas para estar enfadado.

- ¿Y eso le da derecho a maltratarte cuando te niegas a hablar con él?

- No. En el ayuntamiento y en el trabajo me pilló por sorpresa. No volverá a ocurrir.

Él no pareció nada convencido.
- Y ¿cuál es la historia del arquitecto?

- Te diré la versión abreviada

- Está bien- se conformó.

- Salimos, le dejé y me marche de Middletown.

- No me dirás más ¿verdad? – dijo inclinándose sobre mí.

Sentí su cercanía y un escalofría recorrió mi cuerpo de arriba abajo.


- Eres tan hermosa – dijo acariciando mi mejilla.


Su rostro estaba muy cerca del mío y nuestros labios a pocos centímetros. Mi corazón se aceleró y empecé a tener calor. Tenía que apartarme pero su proximidad me envolví y mi cuerpo deseaba que mi fantasía de hacia unos minutos se hiciese realidad.


Descendió hasta mis labios y también los acarició. Y de un momento a otro, me besaba con urgencia. Sus labios eran cálidos y apasionados y en pocos segundos su lengua se posesionó de mi boca.


Era delicioso y yo necesitaba aquel beso.


Le respondí con el mismo entusiasmo y urgencia. Cuando empecé a sentir la necesidad de respirar, él endenteció el beso poco a poco hasta separarnos. Pero no se alejó mucho, a penas unos centímetros, los suficientes para nos llegara un poco de aire.


- Dime una cosa – dijo con voz ronca acariciándome el pelo - ¿Amas a Kyle?

- No – contesté mirándole los ojos. Y me di cuenta de que era completamente verdad. En algún momento de estas últimas semanas lo que sentía por Kyle había desaparecido.

Él sonrió satisfecho y se acercó para besarme nuevamente.


- No creo que sea buena idea Jimmy – dije apartándome.

- Te engañas a ti misma si crees que no sientes nada por mí.

- No lo hago – confesé – Pero…

- Nada. Sólo déjame besarte.


Acercó su rostro al mío y nuestros labios se encontraron. Me inundé nuevamente en aquel mar de sensaciones que me provocaba su boca. Me besó con la misma pasión y apremio que antes. Me dejó respirar nuevamente pero no me dio un respiro, trasladó sus besos a mi mandíbula y posteriormente a mi cuello. Inconscientemente, extendí mi cabeza hacia atrás, ofreciéndole mejor acceso a él. Comenzó a mordisquearlo levemente. Corrientes eléctricas atravesaban todo mi cuerpo. Llegó al hueco de mi garganta y cuando me dio un pequeño mordisco, no pude evitar clavarles las unas sobre los hombros.

Él gimió complacido y continuó descendiendo poco a poco.

Si no lo paraba en ese instante, ya no podría. Haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad, enderecé mi cuello y me aparté.

- Aquí lo dejamos Jimmy

- Pero… me deseas.

Sí, realmente lo deseaba y con tanta necesidad que no podía creer que hubiese conseguido apartarme.

- Si – concedí – pero eso no significa que no me siga pareciendo una mala idea. Aún lo considero una mala idea- enfaticé.


Él pareció un poco decepcionado. El deseo que se reflejaba en sus ojos oscuros disminuyó.


- Está bien. Supongo que será mejor que me marche.

- Gracias – dije aliviada.


Le acompañé a la puerta.


- Nos vemos – me dijo

- Adiós.


Él bajó las escaleras, se subió a su camioneta y se alejó.

Suspiré, aunque no estaba del todo segura si era porque estaba aliviada de que se hubiera marchado o porque le había dejado ir.