lunes, julio 06, 2009

XV.

Me levanté al día siguiente con energías renovadas. Para aquellas alturas Kyle estaría en Middletown o saldría para allá esa misma mañana. Y estaba segurísima de que no volvería a Red Hills. Por otra parte, si no me daba prisa llegaría tarde al trabajo, me tocaba turno de mañana. Desayuné un delicioso gofre con café y me vestí. Justo antes de salir me miré al espejo, mi reflejo me regaló una sonrisa. Si, esa mañana mi optimismo emanaba por todos los poros de mi piel.

Antes de montarme en el coche, vi a Linda

- Buenos días- saludó.
- Buenos días
- Hacia tiempo que no coincidíamos en la salida.
- Si. Es agradable trabajar en el tuno de mañana. Últimamente se me van los días en un suspiro.
- A mí me ha pasado lo mismo, demasiado trabajo.
- Ya lo creo. Me marcho o llegaré tarde. Adiós
- Si yo también, hasta luego.

Justo antes de que arrancara el coche, Linda me llamó.

- Katie, tengo la tarde libre. ¿Qué te parece si vamos a Oaks River de compras?
- Claro – dije sonriente- Seguro. Nos lo merecemos.

Ella me devolvió la sonrisa y ambas arrancamos y nos dirigimos hacia sentidos distintos.
Estaba emocionada. ¿Por qué? Saldría de Red Hills, me iría de compras con Linda y además me ayudaría a olvidarme de la visita de Kyle. A pesar de todo, de Oaks River, yo solo conocía el hospital. Ya era hora de ver que más podía ofrecerme.

Cuando atravesé la puerta de O´Neall´s, por primera vez desde que trabajaba allí, Lion aún no había llegado. Me dije a mi misma que era raro, pero estaba segura de que cuando llegara, si era digno de mención, lo diría él mismo. Era su forma de ser. Para mi sorpresa y la de todos los demás, Lion apareció a mitad de turno. Mike se encontraba en la cocina sustituyéndole. No le reprochó nada. Obviamente, le había avisado con antelación. Una vez que se puso a trabajar, Mike volvió a su despacho y mi piropo diario no tardó en llegar.

- Katie, ¿qué te has hecho en el pelo? Estás preciosa.

No me había hecho nada.

- Gracias – le dije.
- Un placer – respondió.
- Venga, venga – intervino Denise – que tenemos muchos pedidos. A trabajar.
- Siempre hay muchos pedidos Denise – le respondió con una leve sonrisa.
- Hoy hay más porque Don Seductor ha venido a mitad de su turno. Además me extraña que no hayas dicho por qué a los cuatro vientos.

La sonrisa de Lion desapareció.

- Asuntos personales – dijo muy serio – Y para tu información, le pedí permiso a Mike – dijo con brusquedad.

Eso si era nuevo. Nunca había visto a Lion tan erio y cortante, y mucho menos con una mujer. Nos adoraba. Por lo general era poco serio, descarado y adulador. Realmente algo le pasaba.
Denise permaneció shockeada durante unos segundos y cuando volvió así misma dijo con voz dubitativa:

- Lo siento, Lion
- Está bien.

Pero estaba claro por el tono de su voz que no estaba bien.

La pobre Denise se pasó la siguiente hora un poco cabizbaja. Era cierto que no era el comportamiento habitual de Lion pero tampoco había que deprimirse. Cuando fui a recoger unos pedidos de la cocina le interpelé:

- Lion – llamé
- ¿Si? Preciosa
- Dile algo a Denise, por favor. Mirála – dije observándola – Lleva una hora que a penas sonríe.

Él no dijo nada.

- Hazlo por mi – le pedí.
- ¿Me deberías una Katie? – preguntó algo más alegre.
- Mientras no quieras una cita, un beso o sexo, si, entonces te debería un favor.

Puso cara de disgusto.

- Eso limita mucho lo que puedo pedirte… Katie, Katie – dijo negando con la cabeza- Está bien – dijo finalmente- Ya veré como me cobro el favor.
- Muy bien – le dije con una gran sonrisa.

Volví al trabajo. Un rato después observé cómo Lion detenía a Denise cuando ésta iba a recoger pedido a la cocina. Intercambiaron algunas frases y después le guiñó un ojo. Denise volvió a sonreír mientras llevaba el pedido a la mesa. Supuse que estaba todo arreglado. Me sentí satisfecha conmigo misma y en poco más de dos horas acabaría mi turno y me iría de compras con Linda.

En cuanto ví un hueco, le pedí a Mike permiso para salir. No me lo hubiera dado si el banco no hubiera estado a dos calles de distancia. Dada la manifiesta reticencia a dejarme salir en mitad de un turno, estuve en el banco en un tiempo record y cuando volví, le di a Mike saludos de Señor Harrison. No había tardado más de diez minutos en ir y volver.

Continué con el trabajo y para mi gratificación personal, Carla llegó temprano. Recogí mis cosas y me dirigí a casa de Linda. Cuando llegué, ella estaba sentada en el porche.

- Hola –saludé- Me cambio y nos vamos ¿de acuerdo?
- No hay prisa. Tómate tu tiempo.

En poco más de diez minutos estaba de vuelta.

- ¿Te importa que vayamos en mi coche? – preguntó
- Claro que no.

Nos montamos en su coche, por supuesto, más elegante y caro que el mío, y nos dirigimos hacia Oaks River. Durante el trayecto escuchamos la radio, la KWN. Observé el paisaje y decidí que el camino era mucho más agradable de día que de noche mientras escuchábamos de fondo Big Girls Don´t Cry de Fergie. Suspiré y me relaje en el asiento. Disfruté de una forma casi lujuriosa de la sensación del sol sobre mi piel con los ojos cerrados.

- ¿Qué tal con Jimmy?- preguntó Linda sacándome de mi paraíso de relajación.
- ¿Jimmy? – le pregunté enarcando una ceja. ¿A qué venía eso?
- Si. El hombre que está loco por ti y al que no prestas atención ¿recuerdas?

La miré con el ceño fruncido.

- No es cierto. Si le presto atención – dije defendiéndome.
- Pero no toda la que él querría.
- Bueno eso es asunto suyo. Por favor, dejémoslo.

No tenía ganas de hablar de ese tema.

- ¿Por qué? ¿Te arrepientes de algo que no me has contado?
- Si, de haber dejado que me besara – dije bajito para mi misma.

Me di cuenta que me había escuchado cuando el coche salió de la carretera y paró en el arcén. Por Dios, qué oído más fino.

- ¿Qué has dicho? – dijo volviéndose hacia mí sobre el asiento.
- Nada – repuse de forma automática.
- Nada no. Has dicho que te ha besado. ¡Desembucha!
- Si – dije rindiéndome. No me iba a dejar tranquila.
- ¿Cuándo?
- Cuando me acompañó a casa después del cumpleaños de Eve.
- Cuéntame. Y ¿qué?
- Nada
- ¿Cómo que nada?
- No estoy interesada en él, lo sabes.

Me miró de una forma que me dijo claramente que ella pensaba que no era cierto. Madre mía. Y eso que no le había contado que le había devuelto el beso. Sería mejor no decir nada más.
- Bien – dijo.

Arrancó nuevamente el coche y volvimos a la carretera. Me sentí aliviada cuando el coche se puso en movimiento de nuevo. Linda no dijo nada más y yo tuve tiempo para pensar. No era tonta, sabía que Jimmy estaba interesado en mí. Después del tiempo de ausencia tras el fatídico beso, parecía que habíamos retomado nuestra anterior amistad. Podía darme cuenta, y de hecho lo hacía, de todas sus buenas cualidades. Era un buen hombre y un buen amigo. Y hasta ahí estaba bien para mí.

Pocos kilómetros después un cartel nos dio la bienvenida a Oaks River. Cuando salimos del coche Linda se animó. Hasta me dio un poco de susto. Fuimos de tienda en tienda a una velocidad asombrosa. Linda no paraba de coger cosas y para cuando yo había visto algo que me gustara, ella ya estaba en el probador con varias prendas y al segundo salía para que le diera mi opinión. Nos reímos mucho.

En el transcurso de las primeras cuatro tiendas llevaba ya cuatro grandes bolsas de papel, mientras que yo sólo había acumulado una. Cuando ya nos íbamos a cenar insistió en entrar a una última tienda. Estaba cansada pero me puso tal cara de pena que no pude negarme. Desde lejos, ví un vestido precioso de color negro, largo y de escote pronunciado. Me encantó y fui a probármelo.
Cuando salí del probador Linda ya había pagado sus compras. Me miró con cara de fascinación.

- Estás estupenda – me dijo
- Es precioso ¿verdad?
- Si. A Jimmy se le va a caer la baba – dijo emocionada.
- Linda… - dije a modo de advertencia. Ella lo captó.
- Está bien, me callo. Pero tienes que comprarlo.
- ¿Y cuando me lo voy a poner? Es demasiado elegante para Red Hills, Linda.
- No digas tonterías, ya encontraras la ocasión – dijo dándome un empujoncito hacia el probador.

Mientras me ponía mi ropa de calle, decidí comprarlo. ¿Cuándo me iba a gustar tanto un vestido otra vez? ¿Quien sabía? Si no lo compraba, seguro, me arrepentiría después.
Cuando lo pagué, por fin, nos fuimos a cenar a un pequeño restaurante italiano situado junto a un antiguo cine. Después de cenar, Linda me propuso ir a ver una película, pero le dije que por un día había sido suficiente. Nos montamos en el coche y volvimos a Red Hills.

Resultado de mis compras: Un vestido precioso, una camiseta color turquesa y un pantalón vaquero.
Resultado de las compras de Linda: ¿Quién iba a saberlo? Yo no desde luego.

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