domingo, noviembre 07, 2010

Fragmento aislado 2

- ¡Maldita sea! - exclamó - ¿Sabes lo que me haces sentir? ¡Contéstame! - dijo temblando de frustración - Cada maldita caricia metraspasa, me enerva y me calienta. ¿Eres conciente de ello? ¿Eres conciente de cómo cada muestra de amabilidad, consideración y apoyo me hace desearte más? ¿Lo haces deliberadamente? - inmmediatamente negó con la cabeza con vehemencia - Pero qué digo. No está en tí tentarme de esa manera. Lo sé. Pero cuando estás cerca no puedo controlar mi cuerpo. Si supieras lo que pienso la mitad del tiempo... - confesó con una sonrisa triste en el rostro- Mi cuerpo se pone alerta nada más dislumbrarte y me empuja a acercarme a tí. ¡Dios! La mayoría de las veces a penas puedo contenerme de besar tus labios y devorarte. Y el solo hecho de mirarlos me excita y entonces, es aún peor porque si me dejara llevar ta arrastraría al suelo y te haría el amor. Por favor - pidió- No seas tan buena conmigo.

Él suspiró y se giró hacia el paisaje que se contemplaba desde la ventana con la esperanza de haberla asustado lo sufuciente y huyera de la habitación. Quería estar solo.
Pero ella no lo hizo. Su cuerpo estaba sintonizado con ella y sabía que continuaba en el mismo sitio, en medio de la habitación, mirando fijamente su espalda. Era capaz de sentir su mirada sobre él.

- Por favor - pidió él- Márchate - dijo sin darse la vuelta.
- No - contestó ella en un susurro.
-¿Qué? - preguntó dándose la vuelta, creyendo no haber oído o entendido bien.
- He dicho que no - dijo ella algo más fuerte - No me iré - dijo dando varios pasos hacia él.
- No te acerques más, por favor.

Ella no le hizo caso. Caminó hasta él y se detuvo a centímetros de su cuerpo. Él la miró a los ojos en un intento de encontrar la respuesta a qué estaba haciendo ella. Sus ojos verdes refulgían pero no le decían nada. Ella elevó una mano lentamente y acarición cariñosamente su mejilla.
Él en un arrebato, cogió la mano sobre su mejilla y la presionó más fuerte contra su rostro. Suspiró. Besó su mano y deslizó sus ásperas manos por sus delicadas facciones. Ella se acercó más  y sus alientos de mezclaron mientras ella ofrecía su labios.

- Estás segura? - preguntó él. Ella asintió con la cabeza.

Y entonces él lo hizo. La besó con todo lo que tenía, con premura y desesperación después de una semana de deseo insatisfecho. No pudo evitar que sus propias mnos fueran asu estrecha cintura, apretarla contra su cuerpo y entregarse a la pasión. Ella instintivamente rodeó su cuello con sus brazos y enterró sus dedos en su pelo. El beso se volvió tórrido con la invasión de su lengua en su boca. Él la exploró y succionó su lengua; y poco a poco, el beso se fue suavizando hasta que él aspiró con delicadeza su labio inferior antes de apartarse de ella para tomar aliento.

Él miró hacia la estantería. Su respiración era agitada e intentó recuperar el aliento y el control de si mismo. Un poco más controlado, se volvió hacia ella. Ella permanecía quieta. Sus ojos estaban vidriosos, sus mejillas sonrosadas, su mirada fija en él y sus labios hinchados y magullados por sus besos.

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