miércoles, marzo 25, 2009

V.

Durante un par de semanas no hice a penas nada salvo conducir. Iba de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo en mi purgatorio personal. El camino estuvo lleno de restaurantes y moteles baratos. No había que abusar, el dinero no se regeneraría. Conducir me relajaba y el viento en mi rostro aclaraba mis ya de por sí caóticos pensamientos. Reflexioné a cerca de todo lo que había pasado. Me arrepentía de haber estado en ese callejón accidentalmente en el día y momento equivocados. Todo lo que había pasado después, fue a raíz de aquello.

Cuando Frankie me dijo qué era lo que tenía que hacer para que me dejaran seguir con mi vida, no me pareció excesivamente complicado. Quizás pequé de excesiva confianza en mi misma, pero hablando con franqueza, soy mujer y por lo que he comprobado no resulto indiferente a la mayoría de los hombres. Lo que no me esperaba era que Kyle fuera y sobre todo una buenísima persona. No se merecía que lo sedujera para robarle, pero yo no lo había escogido, se me había impuesto. ¿Qué más podía hacer yo? Si no le daba a Frankie lo que quería tal vez me matase y yo quería seguir viviendo.

Con el tiempo empecé a conocer un poco a Klye y sin darme a penas cuenta me enamoré de él, aunque me di cuenta tiempo más tarde.
Un día mientras se duchaba copie los archivos del proyecto en el que trabajaba en una memoria portátil que me había proporcionado Chuck, en su única visita en solitario a mi casa. Y pensé, ya está, ahora solo tengo que dejarle y continuar con mi vida. La suerte no estuvo de mi parte, por desgracia, uno de los archivos tenía clave de acceso. En ese momento quise dejarlo y que hicieran lo que fuera conmigo; pero tras una breve conversación con Frankie a cerca de lo que podrían hacer conmigo si me negaba a conseguir la contraseña, no me quedó otro remedio que retractarme.

Robar la clave no fue tan fácil como robar los archivos. Hasta entonces yo a penas me había inmiscuido en su proyecto. Ante las nuevas circunstancias tenía que saber más. Empecé a mostrar curiosidad por él. Le pedía que me lo mostrara, lo alabé y me mostré entusiasmada. Varios días después ya me iba mostrando todos los avances que iba haciendo, pero el siempre tenía el archivo abierto. Por un momento pensé que él sabía que era lo que me proponía y me indigné por ponérmelo difícil. Durante unos días me mostré interesada de forma menos entusiasta, no quería que sospechara nada. Esos días fueron un infierno para mí. Frankie me llamaba a diario para preguntar siempre lo mismo ¿La tienes ya? Yo le explicaba una y otra vez las dificultades que tenía, él las pasaba por alto para finalizar amenazándome. Después de tantas llamadas había dejado de tener efecto, al menos si me las decía por teléfono.

Y un día, mientras desayunábamos, Kyle recibió una llamada de su jefe preguntándole si un cambio específico sería factible. El ordenado estaba en la mesa junto a nosotros y no me fue difícil ver el recorrido que hicieron sus dedos por las teclas hasta formar la palabra Cassiopeia.

Entonces, volví a pensar ya está, ahora solo tengo que encontrar la manera de dejarle y volver a ser la misma de antes. ¡Qué ilusa! Romper con él no fue nada fácil. Lo intenté pero no pude, pero cuando descubrió que otra empresa presentaba un proyecto idéntico al suyo, ató cabos y llegó a la verdad. Estoy segura que se negó a creerlo. Finalmente tras unos cuantos días sus ojos me dijeron que lo sabía, lo creía y que no podía perdonarme. Realmente no me lo merecía pero lo quería tanto, que me hubiera gustado desdoblarme, mandar a paseo a la Katie coaccionada y que no lo permaneciera la que se quedaría con él para siempre ¡Qué bellas son las ilusiones!

Después de aquel frío y silencioso encuentro no volví a saber nada de él. Deseaba llamarlo con toda mi alma, escuchar su voz, pero ¿qué decirle? Probablemente no descolgaría cuando viera mi nombre en la pantalla del móvil. Estaría muy enfadado y desde cierto punto de vista, sería lo mejor, Kyle me olvidaría y yo buscaría un nuevo lugar en el mundo. Sin explicaciones todo era más sencillo, pero no menos doloroso. No había forma de evitarlo. Estaba ahí y no desaparecería.

No hay comentarios:

Publicar un comentario